El ozono es una forma triatómica del oxígeno, es decir tiene tres átomos de oxígeno en lugar de dos. Se forma naturalmente en las capas superiores de la atmósfera de la tierra a partir de las radiaciones ultravioleta altamente energéticas del sol, su concentración depende de un equilibrio dinámico entre la velocidad con la que se crea y la velocidad a la que se destruye. Casi todo el ozono de la Tierra (~ 90%) se encuentra en una capa de la atmósfera llamada estratósfera, que se extiende entre 10 y 50 km sobre la superficie terrestre.
Si todas las moléculas de ozono fueran comprimidas a la presión a nivel del mar, formarían una capa de solo tres milímetros de grosor (similar al grosor de la piel de una naranja).
A pesar de ello, esta capa de ozono es la principal protección de la Tierra frente a los dañinos rayos ultravioletas (UV) del sol. Mientras que los rayos UV-A del sol (la longitud de onda más larga) alcanzan la superficie terrestre, los rayos UV-B de longitud de onda media son absorbidos en gran parte por la capa de ozono, mientras que los rayos UV-C (de longitud de onda corta) son absorbidos casi por completo por la capa de ozono. De este modo, la capa de ozono filtra la mayoría de la radiación UV dañina emitida por el sol.
Al menos 100 químicos pueden dañar la capa de ozono, haciéndola más fina. Una capa de ozono más fina (agotada) permite que más rayos UV-B dañinos alcancen la superficie terrestre. (PNUMA, 2015).
La acelerada destrucción de la capa de ozono trae consigo una mayor incidencia de los rayos ultravioletas que resultan perjudiciales para el medio ambiente y las personas que lo habitan. El debilitamiento de la capa de ozono, según el Programa de Naciones Unidas para la Protección del Medioambiente (PNUMA) ha llegado a ser 60% más severo en algunas partes de la estratosfera, en especial aquellas que cubren los territorios más poblados que es donde se emite la mayor cantidad de gases contaminantes. Y estos son algunos de los efectos resultantes:
La radiación UV-B puede llegar a modificar las moléculas de ADN y provocar ciertos cambios en el organismo. En consecuencia, puede:
Los ciclos bioquímicos, como el del carbono, experimentan cambios que pueden incidir directamente en el efecto invernadero.
En los materiales: los materiales empleados en la construcción, pinturas, gomas, madera, plásticos y envases son degradados por la radiación UV B y C.
El Protocolo de Montreal ha sido uno de los acuerdos ambientales más exitosos hasta la fecha. Su aplicación ha llevado a la eliminación de alrededor del 99 por ciento de las sustancias que agotan la capa de ozono.
El objetivo principal del Protocolo de Montreal es la protección de la capa de ozono mediante la toma de medidas para controlar la producción total mundial y el consumo de sustancias que la agotan, con
el objetivo final de eliminarlas, sobre la base del progreso de los conocimientos científicos e información tecnológica.
Las sustancias que agotan la capa de ozono (SAO) son sustancias químicas que contienen dentro de su composición, fluor, bromo y cloro, y son producidas de manera artificial con potencial para reaccionar con las moléculas de ozono de la estratosfera, provocando su rompimiento y destrucción a través de en una reacción fotoquímica en cadena. Una vez destruida una molécula de ozono, la SAO está disponible para destruir otras más.
La duración de la vida destructiva de una SAO puede extenderse entre los 100 y 400 años, dependiendo del tipo de SAO. Por consiguiente, una molécula de SAO puede destruir cientos de miles de moléculas de ozono
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Plataforma Gubernamental Financiera. Amazonas entre Unión Nacional de Periodistas y Alfonso Pereira,
Quito – Ecuador
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